El coste de un edificio nuevo no debe centrarse solo en su construcción, en el coste que tiene para levantarse, sino en su mantenimiento a lo largo de su ciclo de vida. Tan importante es su construcción como la posterior demanda de energía que nos va a solicitar tanto en invierno como en verano.
Culturalmente en nuestro país, España, solo nos ha interesado cuanto nos va a costar construir nuestra casa, pero cada vez más los jóvenes y la sociedad en general están más concienciados en cuanto nos tenemos que gastar cada mes para tener las adecuadas condiciones hidrotérmicas dentro de nuestros espacios, que como bien sabéis es donde más tiempo pasamos de nuestra vida.
Para conseguir estar agusto dentro de nuestra casa y que no nos cueste un riñón calefactar o enfriar los espacios, una parte muy importante es la envolvente del edificio, es decir la piel o el abrigo. En esta envolvente no es solo importante el aislamiento térmico, sino también las infiltraciones no deseadas, los puentes térmicos o una mala ejecución en obra.
La casa pasiva o Passivhaus ha nacido como un estándar para asegurar que los edificios que se construyan bajo la tutela de esta norma estén certificados 100% que son casas super bien aisladas, las mejores hasta ahora en el mercado. El Passivhaus es el estándar más estricto en la construcción de edificios de bajo consumo energético.
Hay un símil muy bueno para explicar la importancia de la envolvente en un edificio, y es la comparación entre un termo y una cafetera.
La cafetera al tener sus paredes de cristal rápidamente pierde el calor que tenga el café, mientras que el termo, al estar perfectamente aislado conserva por mucho más tiempo el calor del café interior.
Con las casas pasivas pasa lo mismo, si nuestra envolvente es muy buena y no tiene fisuras, el calor que tengamos dentro de nuestros espacios lo conservaremos por mucho más tiempo.
Al igual que el aislamiento térmico es muy importante para la envolvente de una casa, también lo son sus huecos, como las ventanas, uno de los puntos débiles, porque la fachada se reduce y cambia de material siendo una serie de vidrios y marcos. Aunque en un principio nos gastemos más en unas mejores ventanas que si lo comparamos con unas ventanas tradicionales, en un periodo de tiempo muy reducido, 8 o 10 años tendremos amortizados esos euros de más que nos hemos gastado. Los años posteriores lo único que haremos será ahorrar dinero en calefacción y aire acondicionado porque nuestras ventanas son muy buenas y duraderas.