1 de enero de 1970
Noruega o cómo los altibajos políticos marcan la arquitectura de un país
Siempre que Noruega se nos viene a la cabeza recordamos imágenes de sus majestuosos fiordos, sus bosques verdes y frondosos, y sus azules y frías aguas. Y es que eso es Noruega; naturaleza en estado puro. Por ello, no podemos obviar que toda esa naturaleza forma parte de su identidad como país, y por tanto como sociedad.
La naturaleza nórdica ha sido clave en los cambios político-sociales del país. Tanto que, desde hace varios años, una nueva Noruega se está construyendo y reinventado a través de su manera de diseñar, plantear, y dar forma a sus edificios. Seguramente no se te había pasado por la cabeza que el contexto histórico-social pudiese afectar tanto a las construcciones arquitectónicas… y por ello, vamos a ahondar más en la materia, para descubrir de qué manera lo que un país ha vivido influye en lo que se puede llegar a convertir.
Contenido:
Siglo XIV: Vuelven a ver la luz
Tras una dura crisis producto de la peste negra, empezó a ver la luz un nuevo estilo arquitectónico traído por el dominio de Dinamarca (recordemos que Noruega no se separa hasta el siglo XIX).
Todo este estilo renacentista y barroco procedente del exterior se conseguía con la principal materia prima que abundaba en el país: la madera. Pasaron un par de siglos en los que la madera protagonizaba las construcciones, hasta que un gran incendio arrasó la ciudad de Oslo (s. XVI). Para reducir los riesgos, se decretó que el ladrillo sería el único material posible para la construcción.
Esto supuso un antes y un después en la historia de la arquitectura; el dibujo urbano comenzó a ser rectilíneo y se desvinculó de los modos anteriores.
Siglo XIX: Una nueva nación, un nuevo estilo arquitectónico
Noruega comenzó a funcionar como único país, pues se separó de Dinamarca. Esta nueva nación se vio en la necesidad de tener sus propios edificios oficiales: palacios, universidades, museos, bancos… El estilo neoclásico predominaba en sus fachadas y los arquitectos empezaron a beber de la arquitectura de otros países para nutrirse de ideas y darle a Noruega un estilo propio.
Pero este período de innovación se vio estancado un siglo después (s. XX), tras la Segunda Guerra Mundial. El norte del país quedó devastado, y su reconstrucción fue la principal tarea a seguir. La falta de recursos propició la idoneidad de un nuevo sistema de construcción; las edificaciones empezaron a seguir las técnicas más modernas y se estableció cierta independencia y vanguardia a la hora de levantar edificios, dotando a Noruega de un sello único. Pero esta etapa se vio azotada por las reacciones negativas respecto a las grandes dimensiones frente a la estima de los valores antiguos.
Este proceso de aprendizaje de los arquitectos noruegos llevó a la configuración de un nuevo entendimiento de la arquitectura: la conservación para el futuro; la rehabilitación de los cascos antiguos de las ciudades ha sido posible gracias al movimiento social de los ciudadanos, que han traído de vuelta la herencia cultural.
Siglo XXI: La conciencia ambientalista noruega
Nos acercamos al siglo XXI y un nuevo concepto entra en escena: la conciencia ambientalista. Ahora los protagonistas de la arquitectura son los materiales de construcción, los métodos, el clima… Todos estos agentes tienen un objetivo principal que abordar: las ciudades y la naturaleza.
Noruega se ha convertido en un país protector de sus recursos naturales y, por tanto, las nuevas creaciones van adecuadas a sus ideas. Son muchos los arquitectos que diseñan proyectos integrados en el paisaje en el que van a estar ubicados, haciendo partícipes de la obra a elementos como la luz natural (muy importante a la hora de la sostenibilidad).
El país se reafirma en la intención de hacer que lo artificial parezca surgido de lo natural, que sus espacios formen parte de su naturaleza, que los edificios cumplan un principio de sostenibilidad desde su planificación hasta su funcionabilidad. Muestra de ello es la pretensión de la neutralidad en emisiones CO2, la utilización de materiales que se encuentren de manera natural (piedra, madera), o que los edificios produzcan su propia energía gracias a los paneles fotovoltaicos instalados en sus tejados.
La situación social y económica del país ha hecho de él un referente a nivel arquitectónico. Y es por ello por lo que no podemos desligar la arquitectura de Noruega de su contexto histórico- social, pues gracias a sus mejores y peores momentos, ha llegado a ser la gran pionera en innovación y reinvención.